“Tarde en blanco de márgenes/ en el viejo torreón tus ojos claros/ en el mar la travesía desnuda”. P.D.O.
La aparición de “Un no rompido sueño”, complejo poemario de Pedro Díaz Ortiz, nos lleva a la conclusión de que su autor se pasea, con igual sapiencia y oficio, en la más entrañable creación de la época clásica (no olvidar para los desavisados que este título lo toma el autor de la conocida “Oda a la vida retirada”, de Fray Luis de León, en la que escribe el seráfico monje: “Un no rompido sueño/ un día, puro, alegre, libre quiero”.) El autor, pues, cómodamente, discurre entre los clásicos, lo que no le hace olvidar su ahora, su vivo tiempo presente, el de una poesía de vanguardia, que proviene de autores como Rimbaud, Lautremont, Baudelaire, Valery, Ungaretti, Quasimodo, Mallarmé, Jorge Guillén, Michaux; y de pintores, algunos de cuyos ambientes son evocados, como De Quirico, Delvaux, Modigliani, Picasso… En fin, una obra hecha con la paciencia de un orfebre de la palabra, de un orífice del verso, que destila sapientes incursiones por el reino de la nada que nos rodea, del semisueño, de la permanente búsqueda del sentido de la vida y de sí mismo… Así, esta amalgama, le presta un singular encanto al libro de Díaz Ortiz por lo que, estamos seguros, él mismo buscó la soberbia ilustración de carátula, totalmente congruente con el mayoritario ethos del volumen. Se trata, en efecto, del “Retrato de Dama”, de Ambrogio de Predis, (1455-1508), perfil de una inconsútil mujer joven que –lo afirmamos- nimba, irrevocable, las páginas de este bello poemario. Por todo lo anterior, Pedro Díaz Ortiz, actual Decano de la Facultad de Humanidades y Lenguas Modernas, de la Universidad Ricardo Palma, resulta un autor sui generis en una poesía, como la actual, que discurre entre el estridentismo y la versificación desaforada, aunque muchas veces cacofónica y descartable. Finalmente, no sabemos qué textos convocar,porque Pedro poetiza sobre el amor, las contingencias del devenir,el sinsentido de mucho de lo que acaece, su carácter efímero, insubstancial, aunque, a veces, nos deja mostrar el júbilo a través del que logra aprehender un fragmento de lo volandero de la existencia: Como conclusión provisoria, podemos decir que, la lucha con el ángel, con el lenguaje, con la palabra (que libra el poeta) lo hace mostrar su singular espíritu crítico, aun en temas tan multívocos como el amor: En fin, como todo poeta de valía, Díaz Ortiz tiene un constante combate con su instrumento linguístico. De éste provienen creaciones como “El día caracol/ se duerme azul” o ese “Otoña en la calle en donde vivo…” Para culminar en uno de sus poemas, que citamos in extenso:
¿¡Alguien duda de la presencia de Trilce, es decir de la plena vanguardia, en este combate contra el atolondrado ángel de la palabra!? “Hombre de letras” le llamamos, en otro artículo, a Pedro Díaz Ortiz, quien es director de varias revistas académicas y autor de libros-preseas de investigación literaria y traducciones pulquérrimas de la lengua de Paul Eluard.
Por: Winston Orrillo