Nadie duda en Panamá, que la ruptura de relaciones diplomáticas es el pretexto de Maduro para no pagar las facturas de dos mil millones de dólares que, desde hace dos años, no pagan empresarios venezolanos a las compañías de la Zona Libre de Colón.
El gobierno venezolano pateó el tablero de la diplomacia porque sus reservas de dólares son mínimas y no puede entregarles divisas a los compradores de mercaderías. En el Perú se le llama “perro muerto”.
En Panamá se califica como “malas pagas” a las personas naturales y jurídicas. En los códigos penales de varios países el rechazo al pago de las deudas tiene tipificaciones delictivas. La insólita sobre-acción de Maduro, pretendió darle coloratura política a la propuesta de Panamá, ceñida a los mecanismos de consulta de la OEA. La cancillería panameña solicitó que el consejo permanente del organismo tratara los dramáticos sucesos venezolanos, sin especificar la manera de encararlos, fuera una resolución o la visita de una comisión. Desde ese punto de vista, las deliberaciones de la OEA, no obstante su tibieza, corroboran el fundamento diplomático de la petición panameña. A las vociferaciones del busero, Panamá respondió con argumentaciones contempladas por la Carta Democrática, la Convención de Ginebra, el Derecho Internacional, temas en los que Maduro está verde de ignorancia.
Maduro afirma que tiene conversaciones de ultratumba con Chávez y que dialoga con pájaros cuyos trinos descifran el silabario del difunto. Sus pataletas, insultos, supuran calumnias con ventilador al más puro estilo de las charlatanerías del paracaidista. Panamá, Insulsa y la OEA, fueron el nuevo blanco de los gruñidos descargados con su desparpajo acostumbrado. Después ha hablado de la victoria diplomática de Venezuela en la OEA, sin aclarar que es el resultado prefabricado de la complicidad de regímenes sudamericanos unidos por el cordón umbilical del autoritarismo antidemocrático. Puso en movimiento la estrategia cubana para desarticular la OEA. Pero con secretarios generales como Insulsa, la OEA se ha hecho el harakiri sin necesidad de ayuda. En realidad, la OEA es ahora el reflejo de las tendencias políticas de los estados miembros, enemigos de la libertad de prensa, malignos adversarios del pluralismo ideológico, verdugos de los derechos humanos. Se llaman socialistas del siglo XXI, pero son discípulos del comunismo cubano. En el régimen venezolano no existen ideólogos con capacidad para montar estrategias de envergadura. La creación del Grupo del Alba y la invención de Unasur responden a la búsqueda de la destrucción del sistema interamericano con organismos paralelos de raíz totalitaria motorizados con las donaciones del petróleo de la Faja del Orinoco. Cuba paga con el alquiler de sus conspiraciones el suministro del crudo que no puede pagar con dólares.
El aumento del barril de petróleo de dos a doce dólares, merced a la estrategia de la OPEP que fundó con aliento árabe, Venezuela vivió una impresionante era de prosperidad, a partir de 1975. Se construyeron enormes hidroeléctricas, se crearon las becas del programa Mariscal de Ayacucho, se difundió la literatura hispanoamericana a través de los volúmenes de la Biblioteca Ayacucho, los estudiantes fueron becados en las más prestigiosas universidades europeas. Bajo la égida de Rómulo Betancourt y Juan Pablo Pérez Alfonzo, se rescató el petróleo antes explotado por compañías extranjeras gracias a la nacionalización progresiva implementada por Acción Democrática.
Chávez y sus adláteres han recibido, completitas, las ganancias extraordinarias de la cotización internacional del barril de crudo a más de cien dólares. Pero han convertido la riqueza en pobreza- los genios del despilfarro podrían ganar el premio nobel de física por transformar el petróleo en lo que Betancourt llamó “el excremento del diablo”. Los tumultos de la calle tienen la resonancia de una rebeldía ciudadana que exige cambios. Los chavistas tendrán que rendir cuentas de los miles de millones acumulados por la venta de petróleo a los máximos precios del mercado mundial. ¿Adónde ha ido a parar ese dinero? ¿Quiénes son los beneficiados del recurso número uno del país? El pueblo quiere saber todo lo que se quiere esconder con el control de la televisión, las compras de los diarios de la Cadena Capriles, los despidos de periodistas independientes, la lenta agonía del suministro del papel de impresión de los diarios. Algún día el pueblo lo sabrá.