N de R: Nuestro gran amigo, Milton von Hesse, desaparecido hace ya unos años, fue uno de los testigos excepcionales del nacimiento de GENTE y, desde luego, del inicio de Enrique Escardó en la noble tarea de hacer periodismo serio, constructivo y honesto. Al celebrar el 25 aniversario de GENTE, Milton escribió este artículo que reproducimos textualmente porque es un testimonio importante.
Un jovencito de 14 años, alto, de tez morena, espigado, con unos ojos negros alegres y una barba rala pero que prometía llegar a ser tupida, se acercó hasta mi escritorio en La Crónica, llamándome por mi nombre. Le miré unos segundos, inquiriendo, y ví cómo sus labios gruesos vibraban al ritmo de sus palabras. “Mira -me dijo- me han encargado entregarte estos originales para que los veas y los pongas en la pauta de la edición de la mañana. ¿Qué te parece?”.
Tomé esos originales, que eran varias carillas a un solo espacio y los puse en el escritorio vecino al mío -que era el de Antonio Olivas, Jefe de Informaciones -en tanto me ponía de pie y le estiraba la mano. “Soy -precisó Escardó– Henry Escardó y desde hoy tengo el encargo de hacer esta columna”.
No recuerdo si la nueva columna se iba a llamar Tribunal Juvenil o Club Juvenil. Solo sé que instantes después llegó Antonio Olivas y su inseparable cigarrillo y me indicó sentenciosamente: “Hay que pautear esta columna en la página tal y antes de mandarlas a talleres tienes que pasarlas a las cuartillas milimétricas”. Revisé las carillas una a una y después de un breve “volteo” las envié a que las linotipearan. El problema radicaba, sustantivamente, en las medidas. Las carillas de Escardó eran a un espacio y no a tres, de manera que el texto se redujo a menos de un tercio.
Desde hacía tiempo, por indicación del Presidente de La Crónica, que era el doctor Manuel Cisneros Sánchez, se le había comunicado a Gastón Aguirre Morales, que un grupo de jóvenes iba a venir de continuo a la redacción “hasta ver dónde se les ubica” para formar el Club Juvenil del Perú. A través de Gastón y Olivas me impuse que se trataba de un grupo de jóvenes liderados por Enrique Escardó, a quien en esa época conocían como Henry, de tal modo que cuando nos presentamos mutuamente ya nos conocíamos. Por lo menos de nombre. En mi caso, porque yo asistía a Antonio Olivas. Era, más exactamente, su ayudante. Fue el mismo doctor Cisneros quien, en una oportunidad, me dejó entrever la importancia de este grupo y su propósito de aglutinar a esos jóvenes en un Club Juvenil y poder formar con ellos, más adelante, el primer escalón de un futuro movimiento político. Y, del otro lado, obtener de ellos una futura generación de periodistas.
Odría, por aquel entonces, estaba en todo el vigor de su dictadura.
Cuando al día siguiente apareció la columna de Escardó, estuve revisándola y comprobé que realmente estaba reducida a su mínima expresión. En horas de la tarde, a las 5 o 6 llegó Escardó y varios de sus seguidores. Se dirigió donde estábamos y Olivas los invitó a sentarse. Entonces, los dos comenzamos a explicarle los “problemas del espacio”, llegando a una solución salomónica: el material sobrante, que era bastante, se usaría en la columna del día siguiente o en la página completa que, una vez por semana, los miércoles, preparaban los muchachos del Club Juvenil y que llegó a tener un gran éxito en la juventud peruana.
Henry solía llegar a La Crónica -que entonces era uno de los más caracterizados diarios del país- en las tardes, a la salida del colegio Markham. Lo hacía simultáneamente con Lucho Lisson, las hermanas Laura, Esther y Rachel Carvalleira, Renée Benavente, Miguel Tirado, Pepe Barreto Boggiano, Ofelia Grawobsky “Carita de Cielo“, Foncho Miró Quesada, Hellen Braun, Alberto Levy, César Acosta, Juan Gargurevich, y muchos otros cuyos nombres van alejándose de la memoria en la medida que aquel espacio de tiempo está cada vez más distante.
Antonio Olivas, lamentablemente desaparecido hace varios años, guardaba un especial y deferente afecto por Enrique. A menudo solían reunirse en la tertulia de algún café limeño. Al viajar a España para seguir sus estudios de Derecho y Periodismo, Henry escribía a menudo tanto personalmente como para la revista Radiovisión, de la que era su corresponsal en Europa. Al regreso, tuvo un programa en Radio Selecta, luego en América, se convirtió en el brazo derecho de “Ráfagas“.
Habían pasado apenas unos pocos años cuando Escardó se lanzó a la fascinante aventura de sacar GENTE, premunido de un poco de entusiasmo y otro de crédito, precisamente al mes de cumplir los 21 años de edad. En los comienzos de GENTE, en que no tuve participación alguna -la tarea fue dura. Escardó trabajaba arduamente, junto a su pequeñísimo equipo, pero tenía que buscar otros ingresos para cubrir el presupuesto personal. Fue Gerente de Relaciones Públicas de la Ford Motor Co. y actuó como publicista en Jennings, la recordada agencia que tenía sus oficinas en la Avenida Grau. Y esta múltiple actividad habría de continuarla hasta que GENTE se convirtió de mensuario en quincenario y más tarde en semanario.
Si bien es verdad que Henry tuvo una fuerte oposicion familiar para hacer GENTE, una vez embarcado en esta aventura tuvo el apoyo paterno. Recuerdo con orgullo que hablaba su papá de la revista que sacaba su hijo.
Para ello empleó una fórmula que no falla nunca: constancia, habilidad financiera, creatividad, trabajo fuerte y mucho entusiasmo. “Solo así pudo superar la edad de piedra de la etapa primigenia, en que no hubo ni oficina, pues como dice Víctor Riveros, las reuniones se hicieron en el Cream Rica del Jirón de la Unión y en la Pensión Hamburgo, de La Colmena. Por esta época se hizo presente Carmencita Gutiérrez, cuyo sueldo era pagado por su tío y no por la revista. Buen tío era este que le pagaba el sueldo y también, dadas las precarias condiciones iniciales, les facilitó una oficina decente y con teléfono.
Sacar GENTE fue, pues, nada fácil. Ayudaron Antonio Olivas, que diseñó la carátula. Apoyaba Lucho Lissón Segura, Mario Castro Arenas y otros, pero el puntal era Manuel Jesús Orbegoso. Cuando los momentos eran difíciles la revista continuaba saliendo, pero de repente Escardó aparecía trabajando en el diario Correo, en Jennings, luego como Gerente de RR.PP de la Ford Motors y, más tarde, gerentando los diarios Expreso y Extra.
Si bien es verdad que Henry tuvo una fuerte oposición familiar para hacer GENTE, una vez embarcado en esta aventura tuvo el apoyo paterno. Recuerdo con el orgullo que hablaba su papá de la revista que sacaba su hijo.
Desde entonces, mucha agua ha corrido bajo el puente. Del Cream Rica a la oficina de La Colmena, luego a San Isidro -donde estuvo muchos años- y finalmente al edificio de la calle Eduardo de Habich, en Miraflores.
Sin duda alguna que el cordón umbilical de GENTE con La Crónica estuvo en la calidad de personas que lo acompañaron y alentaron desde el principio. Siempre Escardó se supo rodear bien.
Por aquella época, Johnny Salim era locutor de Radio América y todavía no tenía proyectado convertirse en el Tío Johnny. Eduardo Navarro transmitía el Reporter Esso, Ráfagas era el popularísimo espacio de Luciano Ruiz de Navarro en América. David Odría era ya el mejor presentador radial en La Crónica, y Percy Friederich, el hoy magnate de las discotecas y restaurantes, dirigía la Hora Alemana, era el mejor programa cómico y la televisión no había llegado. Pero cantaba ese cha cha cha que decía “la televisión llegará”… Y llegó dos o tres años después.
En La Crónica organizamos los mejores concursos de belleza (con Paquito Alava, por supuesto), con corso, desfile privado en ropa de baño y de gala en el Municipal de Lima. También realizamos las bulliciosas caravanas de Papa Noel y llevamos alegría y felicidad a miles de hogares pobres. En ese entonces, cuando todavía estaba en Pando, ingresó a la redadcción de La Crónica Mario Vargas Llosa, que solo tenía 14 años. Poco después lo haría Enrique Escardó.
Esta es la época y el medio en que se inició Enrique Escardó Vallejo-Gallo, más tarde, primer Director y fundador de la prestigiosa revista GENTE.