La abdicación del rey Juan Carlos de Borbón cierra uno de los períodos más significativos de la transición de la dictadura de Francisco Franco al actual régimen democrático de España.
Envejecido, fatigado, agobiado por problemas de salud, el monarca dedicó los mejores años de su juventud y madurez al enrrumbamiento democrático, protagonizando un rol decisivo para desmantelar los residuos de la dictadura, jugándose entero en defensa de la democracia cuando, en horas inciertas, se produjo un intento de golpe de estado encabezado por un anacrónico militar al que destituyó en forma fulminante.
Deja al frente de la corona española a su hijo el Príncipe Felipe de Asturias, primogénito de la rama masculina de la Casa de Borbón, al que ha formado políticamente para que ejerza una posición monárquica tan honrosa como compleja. Felipe VI, heredero de la experiencia de su padre, gobernará España con el apoyo de su esposa la Reina Letizia, que al trono aporta simpatía, elegancia y aliento popular, para afrontar asuntos espinosos como el proyecto separatista de Cataluña, la crisis económica con millones de desempleados y el fallo de los tribunales sobre las cuentas de su cuñado Iñaqui Urdangarin.
Mientras Juan Carlos soportó el exilio de su padre y la convivencia difícil con el franquismo, el rey Felipe VI tiene la ventaja de haber vivido siempre al lado de sus padres y haber sido espectador y protagonista de la etapa superior de consolidación de la democracia representativa española. Conoce de primera mano a gran parte de los gobernantes y políticos de América Latina y Europa.
Refrescó la sangre real, desposando a una periodista profesional con la que tiene dos hijas. Es carismático y discreto. Sobrio y experimentado en el quehacer político. Ha acrecentado la herencia de su padre en un grado que se pondrá a prueba al asumir la corona.
No es el primer monarca borbónico en enfrentar dificultades. La Casa de Borbón tiene un historial que puede servir de grandes enseñanzas a Felipe VI. Una larga y sangrienta guerra de secesión obstaculizó el reinado del primer Borbón, Felipe de Francia, duque de Anjou, nieto de Luis XIV, cuando combatió contra el archiduque Carlos de Austria.
Pero fue Carlos III de Borbón el monarca español que encabezó una revolución sin paralelo al rodearse de un grupo de asesores ilustrados que propuso la autonomía de las colonias americanas bajo un régimen similar al Commonwealth de Inglaterra, expulsó a los jesuitas e inició la reforma agraria en Andalucía, bajo el liderazgo del peruano Pablo de Olavide, amigo de Voltaire, muy respetado por los enciclopedistas franceses. A contracorriente, su bisabuelo conservador Alfonso XIII entregó el poder al dictador Primo de Rivera para desmedrar la primera república.
Las abdicaciones de monarcas españoles a favor de sus hijos fue práctica política frecuente. Cuando se produjo el relevo de la dinastía reinante de los Trastámaras por los fallecimientos de Isabel de Castilla y Fernando de Aragón se inició el auge de la Casa de Austria.
Carlos V, nacido en Gante, heredó los territorios de América, los Países Bajos y Nápoles, por el apoteósico legado de sus abuelos de Austria, Maximiliano de Habsburgo y de Isabel la Católica de España. Después de sortear el obstáculo del impedimento de su madre, Juana la Loca, reina de Castilla y las pretensiones al trono de su hermano Carlos, fue elegido rey de romanos y luego proclamado emperador, intentando la exhumación del Sacro Imperio Germánico con el asesoramiento de intrigantes diplomáticos flamencos.
Agobiado por la gota y las luchas con Francia y los tratados con Inglaterra, Carlos V se retiró a Yuste, abdicando a favor de su hijo Felipe II, nombrando emperador a su hermano Fernando. Felipe II recibió la espléndida pero insoportable herencia de la caja real en quiebra , la rebelión de los Países Bajos, y los frentes controversiales de los protestantes, Solimán y Francia.
Pero el frente conyugal quizás fue el que le dio más dolores de cabeza por la esterilidad y los abortos de sus consortes. La búsqueda de un heredero capacitado fue la obsesión que le provocaba tortuosos insomnios. Ana de Austria le dio siete hijos, de los cuales dos nacieron muertos y cuatro que sobrevivieron se malograron pronto. La muerte temprana de su hijo el Príncipe Carlos lo dejó en una sombría desolación, resignándose a dejar como heredero a Felipe III.
Con Felipe V entró la Casa de Borbón a la corona española. Abdicó en 1724, dejando a su hijo Luis I, que murió ocho meses después. Otras abdicaciones resaltantes fueron la de Carlos IV, quien cedió la corona a su hijo Fernando VI que la devolvió a su padre, y éste a Napoleón Bonaparte, que nombró a su hermano José hasta que concluyó con las revueltas populares contra la invasión francesa; está también la abdicación de Isabel II en provecho de su hijo Alfonso XII en 1868. Al producirse la fundación de la Primera República, Alfonso XIII entregó el poder al dictador Primo de Rivera, que puso término al fugaz periplo republicano.
Tras el golpe de estado de Francisco Franco, don Juan de Borbón Battemberg, Conde de Barcelona, se recluyó en el exilio, cediendo los derechos dinásticos a su hijo Juan Carlos de Borbón, nacido en Roma. Su hijo Felipe VI llega a la corona en medio de tiempos de angustia y recelo que enmarcan a la España del siglo XXI.
La corrupción tambalea el régimen de autonomías. El separatismo catalán podría abrir la puerta al separatismo vasco. La lengua castellana lidia con el catalán, el gallego y el vascuence para constituirse en el idioma oficial. La recuperación económica emprendida por el gobierno de Mariano Rajoy no ha alcanzado a subir la cuesta de la crisis. Partidos de ultraderecha de banderas xenofóbicas flamean en Francia, Grecia, Austria, Dinamarca, amenazando la estabilidad de la Unión Europea. Felipe VI conoce la situación al dedillo y no hay duda que resolverá los desafíos que se otean en el horizonte.
Dentro de la casa real, sus hermanas las Infantas Elena y Cristina, pierden la opción de sucederle, mientras que sus dos hijas con Letizia son menores de edad. Capear el temporal bajo estas circunstancias elevará los consejos de su achacoso padre don Juan Carlos a una dimensión decisiva.
Por: Mario Castro Arenas
(Corresponsal en Panamá)